Después de la tormenta siempre llega la calma.
Tras cada esfuerzo siempre llega la recompensa.
Al final de un problema siempre llega la solución.
Se va aprendiendo a lo largo de la vida que nada es imposible. Las inmoralidades, los problemas éticos y las deficiencias que se nos presenta en el destino no son más que cortas estancias que te reserva tu vida.
La impotencia de no poder hacer nada cuando ocurre algo así, debemos transformarla en energía para mantener el sostenimiento de cada pequeño mundo en el que se dividen los minutos.
El amanecer puede que sea uno de los acontecimientos más significativos que conseguimos ver los más afortunados cuando se presenta el momento.
Volviendo, yendo, esto es tan sólo como un aeropuerto de ideas que llevan un flujo cíclico y cerrado. De modo que las tuyas nunca se esfuman, pero quizá llega un momento en el que son ideas más idóneas para otra persona y tú puedes seguir adelante proponiéndote nuevas metas y objetivos.
Crea tu propio paraíso, no tires del de los demás porque no quedaras realizado ni completo. Disponte a pasar por debajo de tu arco triunfal y sentir la alabanza de los dioses cantándote alegremente mientras por unos segundos, te puedes regocijar en el éxito.
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